Donald Trump sorprendió al mundo al declarar que podría abrir un canal de diálogo con Nicolás Maduro, pese a las tensiones militares y sanciones que Estados Unidos mantiene sobre Venezuela.
El 16 de noviembre de 2025, desde el Aeropuerto Internacional de Palm Beach en Florida, Donald Trump afirmó ante periodistas que “es posible que tengamos algunas conversaciones con Maduro y veremos cómo resultan. Ellos querían hablar”.
Estas palabras marcaron un giro inesperado, considerando que su administración ha mantenido una política de máxima presión contra el gobierno venezolano.
En paralelo, Washington anunció nuevas medidas, como la designación del Cártel de los Soles como organización terrorista extranjera, señalando que estaría liderado por Maduro y altos funcionarios de su régimen. Esta decisión habilita sanciones adicionales y acciones legales contra la cúpula chavista.
Contraste entre presión y apertura
Presión militar y sanciones: Estados Unidos ha incrementado su presencia militar en el Caribe y endurecido sanciones económicas contra Venezuela
Apertura diplomática: A pesar de ello, Trump dejó claro que no descarta hablar con Maduro, subrayando que “yo hablo con cualquiera, veremos qué pasa”.
Maduro busca diálogo: Según Trump, es Caracas quien ha manifestado interés en abrir conversaciones, lo que refleja un intento del régimen de aliviar tensiones internacionales.
Implicaciones políticas
La posibilidad de diálogo abre varios escenarios, el primero de ello es la negociación estratégica, lo que podría ser un movimiento táctico de Trump para obtener concesiones de Maduro mientras mantiene la presión militar y económica.
Por otro lado, para Maduro, cualquier conversación directa con Washington representaría un reconocimiento político, aunque limitado, y se traduciría en una «legitimidad internacional«.
Mientras sectores opositores en Venezuela podrían ver con recelo cualquier acercamiento, países aliados de Maduro como Rusia o Irán observarán con atención el desarrollo de estas conversaciones.
Dualidad política
Las declaraciones de Trump reflejan una dualidad en la política estadounidense hacia Venezuela: mantener la presión máxima mientras se deja abierta la puerta a un diálogo. Aunque no se han definido fechas ni condiciones, este gesto diplomático podría marcar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales.
El desenlace dependerá de si las conversaciones se concretan y de qué resultados puedan ofrecer en medio de un escenario regional cargado de tensiones.